Cientos de hinchas fueron a recibir a Los Pumas a Ezeiza.
Se hicieron esperar un buen rato, pero cuando la puerta corrediza se abrió de par en par y aparecieron Santiago Phelan y Felipe Contepomi, la gente estalló. “¡Pumas, Pumas!”, cantaron todos entre un prolongado aplauso. Los Pumas pisaron suelo argentino y la gente los recibió con emoción.
Alrededor de las 11 del lunes, el seleccionado aterrizó en la Argentina proveniente de Nueva Zelanda, donde 36 horas antes habían dejado en lo alto al rugby argentino luego de plantearle una feroz lucha a los All Blacks. La derrota final en nada opacó la actuación del equipo y la gente se identificó de inmediato con su entrega.
Así quedó demostrado en el arribo del plantel a Ezeiza. Una demora de 20 minutos y una hora y media más de espera por los trámites de rigor sólo incrementaron la expectativa del gran número de hinchas y familiares que se acercaron hasta el aeropuerto.
Camisetas de Los Pumas, banderas, pósters… cualquier cosa que sirviera para identificarse con el equipo era válida. Y los jugadores no le esquivaron al afecto de la gente. Ni el cansancio por el largo vuelo, ni las secuelas de la reciente batalla todavía evidentes en sus rostros, ni la diferencia horaria (en Nueva Zelanda eran las 4 de la mañana), ni las ganas de reencontrarse con la familia fueron un freno para que amablemente se prestaran a firmar autógrafos y sacarse fotos con todos.
“Realmente no esperaba un recibimiento así”, dijo sorprendido Contepomi, el capitán. “Estamos muy agradecidos por todo que nos demuestra la gente. Nos da fuerzas para seguir. Esto es una muestra de lo que este equipo es capaz de transmitir.”
Muy lentamente, el aeropuerto se descongestionando. Los jugadores partían hacia los distintos puntos del país acompañados por sus familiares, con la satisfacción del deber cumplido. Los hinchas, felices con el autógrafo o la foto que guardarán para siempre, o simplemente por haber visto de cerca a sus ídolos.
Alrededor de las 11 del lunes, el seleccionado aterrizó en la Argentina proveniente de Nueva Zelanda, donde 36 horas antes habían dejado en lo alto al rugby argentino luego de plantearle una feroz lucha a los All Blacks. La derrota final en nada opacó la actuación del equipo y la gente se identificó de inmediato con su entrega.
Así quedó demostrado en el arribo del plantel a Ezeiza. Una demora de 20 minutos y una hora y media más de espera por los trámites de rigor sólo incrementaron la expectativa del gran número de hinchas y familiares que se acercaron hasta el aeropuerto.
Camisetas de Los Pumas, banderas, pósters… cualquier cosa que sirviera para identificarse con el equipo era válida. Y los jugadores no le esquivaron al afecto de la gente. Ni el cansancio por el largo vuelo, ni las secuelas de la reciente batalla todavía evidentes en sus rostros, ni la diferencia horaria (en Nueva Zelanda eran las 4 de la mañana), ni las ganas de reencontrarse con la familia fueron un freno para que amablemente se prestaran a firmar autógrafos y sacarse fotos con todos.
“Realmente no esperaba un recibimiento así”, dijo sorprendido Contepomi, el capitán. “Estamos muy agradecidos por todo que nos demuestra la gente. Nos da fuerzas para seguir. Esto es una muestra de lo que este equipo es capaz de transmitir.”
Muy lentamente, el aeropuerto se descongestionando. Los jugadores partían hacia los distintos puntos del país acompañados por sus familiares, con la satisfacción del deber cumplido. Los hinchas, felices con el autógrafo o la foto que guardarán para siempre, o simplemente por haber visto de cerca a sus ídolos.
Autor: Alejo Miranda
Foto: Diego Bertolín
Fuente: Mundial XV
Foto: Diego Bertolín
Fuente: Mundial XV
