El domingo en el Fanzone de la ciudad comenzó gris, pero con el pasar de las horas fue tomando color. Particularmente uno, el negro, identificatorio de un país, un equipo y un público.
Los neozelandeses hicieron de las calles de Auckland una fiesta. Principalmente, en la zona más cercana al puerto de la ciudad, donde se encuentra el Eden Park. Ese escenario de las instancias finales y los primeros festejos, templo de la celebración del rugby neozelandés, que tanto esperó por una noche como ésta, digna de aplausos y gritos de festejo para los All Blacks.
El anhelo por este título hizo que se sienta el doble en el público. Esa muchedumbre que festeja todo, pero que siempre está atenta a lo que sucede dentro de la cancha.
Los neozelandeses nunca dejaron solos a los All Blacks, menos aún, en un encuentro que no salió tal cual se esperaba; frente al mismo rival que se le había ganado por una diferencia mucho mayor hace un mes.
Los franceses, por su parte, fueron minoría, tal cual se esperaba. No obstante, estuvieron en el centro de Auckland, el estadio, y aportaron su color. Siempre, con el “Allez les Bleus” hasta que dar mudos. Se sintieron visitantes, tanto como los hombres de Marc Lièvremont, pero no pararon de alentar desde que sonó La Marsellesa.
Los neozelandeses hicieron de las calles de Auckland una fiesta. Principalmente, en la zona más cercana al puerto de la ciudad, donde se encuentra el Eden Park. Ese escenario de las instancias finales y los primeros festejos, templo de la celebración del rugby neozelandés, que tanto esperó por una noche como ésta, digna de aplausos y gritos de festejo para los All Blacks.
El anhelo por este título hizo que se sienta el doble en el público. Esa muchedumbre que festeja todo, pero que siempre está atenta a lo que sucede dentro de la cancha.
Los neozelandeses nunca dejaron solos a los All Blacks, menos aún, en un encuentro que no salió tal cual se esperaba; frente al mismo rival que se le había ganado por una diferencia mucho mayor hace un mes.
Los franceses, por su parte, fueron minoría, tal cual se esperaba. No obstante, estuvieron en el centro de Auckland, el estadio, y aportaron su color. Siempre, con el “Allez les Bleus” hasta que dar mudos. Se sintieron visitantes, tanto como los hombres de Marc Lièvremont, pero no pararon de alentar desde que sonó La Marsellesa.
Autor: Jerónimo Tello (desde Auckland)
Foto: Daylife
Fuente: Mundial XV
Foto: Daylife
Fuente: Mundial XV






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